Vivir en el error
Samuel Cepeda Tovar.
En lo personal pienso que fue una excelente noticia, y aunque algunos me tachen de antidemocrático, me mantengo firme en la idea de que una Democracia no es mejor por la cantidad de partidos políticos que existan en determinado país, por ello celebro que el Partido del Trabajo y el Partido Humanista hayan perdido su registro en este proceso electoral que acaba de concluir y estén ya en proceso de perder sus prerrogativas y privilegios con que han contado, al menos en el caso del PT, desde los años noventa.
Su participación en cuanto a captación de sufragios fue verdaderamente mediocre, pues sólo alcanzaron una votación de un 2.99% y un 2.55% respectivamente, y gracias a la nueva legislación en materia electoral, el requerimiento para mantener el registro aumentó de dos a tres por ciento de la captación de la votación total emitida. Por lo que, inexorablemente, sus dirigentes tendrán que pasar a “vivir en el error”, es decir, fuera del presupuesto, en referencia a aquella famosa frase de “El Tlacuache” Garizurieta.
Difiero enormemente de la percepción del consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien afirma que el suceso es una “circunstancia triste”, pues “el sistema de partidos hoy se verá mermado”. Al respecto, mis cuestionamientos van dirigidos en varios sentidos, el primero, es que para el caso del PT, éste era una especie de franquicia que sólo beneficiaba a algunos cuantos, además de que carecía de identidad y de una ideología que lo ubicara en un determinado ismo, pues a lo largo de su existencia abanderó causas de prácticamente todos los partidos políticos mediante alianzas para evitar la pérdida del registro mediante aquella famosa “cláusula de vida eterna” del entonces COFIPE. Es decir, si se mantuvo existiendo, fue gracias a esa disposición legaloide hecha a modo para beneficio otra vez de unos cuantos. Para el caso del Partido Humanista, ciertamente no se le permitió mostrar su desempeño, pues apenas de reciente creación, fue difuminado de la geografía política electoral de nuestro sistema político.
Quizá el tema cuestionable, es qué tan mermado se podría ver nuestro sistema de partidos, si para empezar, los partidos están ubicados en el sótano de los sondeos ciudadanos sobre confianza institucional, es decir, son los institutos con más desprestigio en nuestro país, además de la reciente vapuleada que algunos candidatos ciudadanos le propinaron a este sistema en la pasada elección, tal es el caso de “El Bronco” en Nuevo León. Por estos motivos, me parece que el sistema ya de por si está mermado y al contrario de lo esgrimido por el consejero presidente del INE, pienso que la pérdida del registro de estos dos especímenes de nuestra política, supone ser una bocanada de aire fresco y necesario ante el hartazgo ciudadano frente al sistema de partidos.
Por éstas y muchas razones más, este réquiem por estos dos partidos resulta ser alentador, benéfico y oxigenante. Noticias buenas, definitivamente, no todos los días.
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